Lo de David Faitelson ya no es periodismo: es espectáculo barato con olor a encargo político y revancha personal. Esta vez se fue de boca filtrando documentos confidenciales de Cruz Azul, sin pruebas claras, sin contexto y sin ética. ¿Transparencia? No. Solo hambre de foco y guerra sucia.
Difundió un contrato privado —presuntamente filtrado por personajes ligados a grupos desplazados del club— con el único objetivo de desestabilizar al equipo y vender su show como si fuera investigación periodística. ¿Y la verdad? Bien, gracias.
🔍 Señaló a Iván Alonso de corrupción sin mostrar evidencias contundentes. Acusó a la directiva de inflar costos sin contrastar fuentes. Y todo eso desde la comodidad de un set, sin ensuciarse los zapatos.
Peor aún: en TUDN, su propio equipo ya está harto. Damián Zamogilny lo encaró al aire y casi llegan a los golpes. ¿Por qué? Porque hasta sus colegas saben que Faitelson no busca la verdad, busca el escándalo que le pague el siguiente cheque.
Y mientras tanto, el verdadero trabajo lo hace la directiva encabezada por Víctor Velázquez, que ya investiga legalmente la filtración de documentos protegidos por cláusulas de confidencialidad. Porque lo que Faitelson hizo no es valentía: es una irresponsabilidad que raya en lo ilegal.
📣 Ya basta de este «periodismo» de circo.
Faitelson no defiende al aficionado ni al club.
Solo defiende su ego y su cheque.
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